Son escasos ya los días que quedan para que dé comienzo la primavera. Por tanto, son escasas también las semanas para empezar a ver las diferentes rutas del Camino de Santiago abarrotadas de gente. ¡Y cómo nos gusta eso!
Por razones más que evidentes, son muchas las personas que deciden emprender esta experiencia en primavera. La temperatura es suave pero sin llegar a hacer calor como ocurre en verano. Las lluvias son más escasas. Hay más establecimientos abiertos…
Un sinfín de motivos hacen que un interesante porcentaje del total de peregrinos anuales, decidan recorrerlo en primavera.
Pero como todo en esta vida, comenzar esta andaina en primavera tiene sus pros y sus contras, que analizaremos a continuación.
¿Por qué elegir primavera?
Como comentábamos antes, el mayor beneficio de recorrer el Camino de Santiago en esta época es el buen tiempo. Tanto las temperaturas medias, como las escasas lluvias.
A colación del tiempo, también tendremos un equipaje más liviano, pues no será necesario llevar tanta ropa de abrigo como sí ocurre en invierno y a finales de otoño.
Los días son cada vez más largos, por lo que podrás aprovechar mejor la luz.
Como también comentábamos al inicio, recorriendo el camino en primavera te asegurarás de que los establecimientos estarán abiertos. Albergues, hostales, pensiones, bares, restaurantes…
Y como no, los paisajes. Mucho más verdes y coloridos que en cualquier otra época del año.
¿Cuáles son los contras de esta época?
Lo cierto es que no podemos hablar de contras como tal, pero sí que podemos aconsejarte que, en épocas de mayor afluencia como pueden ser mayo y junio, no escojas o, al menos intentes evitar, las rutas más concurridas.
Si no evitas rutas como el Camino Francés o el Portugués en épocas de mayor afluencia de gente, es posible que no encuentres plaza en los alojamientos o que no puedas parar a comer en el sitio que habías mirado.
La mochila en primavera
Como ya te recomendamos en su momento, si vas a hacer el camino en esta época del año, no tendrás que
llevar demasiada ropa de abrigo.
• Un par de camisetas térmicas: para las horas más frías del día
• Una capa exterior tipo neopreno: Es una prenda ligera, que abriga lo justo y para que puedas quitar y poner en función del frío/calor que tengas.
• Un pantalón desmontable de senderismo: que podrás también adaptar a la temperatura de cada momento.
• Un chubasquero fino: para los chaparrones inesperados.
Como ves, puedes ir equipado al completo con muy poco. Evidentemente, no olvides el resto de elementos de la mochila, como pueden ser el saco de dormir, el botiquín,
protección solar, agua, chanclas…
¡Cuéntanos tu experiencia! Ponemos las redes sociales Facebook e Instagram a tu disposición.
¡Buen camino, peregrino!