Todo el que haya hecho ya el Camino de Santiago sabe que es satisfactorio, pero también muy exigente. Es por eso que, aunque escojas la ruta más “sencilla”, debes prepararte un tiempo antes. Esto evitará que te frustres, que te puedas lesionar o, incluso, que abandones tu periplo.
Si bien es cierto que caminar es una actividad recomendable para cualquier persona, no es lo mismo dar un paseo de unos pocos kilómetros, que caminar tramos de 20km diarios durante varias etapas.
Por ello, si no estás acostumbrado a realizar caminatas exigentes, debes empezar a ponerte manos a la obra y de manera progresiva. Incluso si eres una persona activa físicamente, te recomendamos centrarte en caminar en las semanas previas.
¿Cómo prepararte si no estás acostumbrado al ejercicio físico?
Antes de nada, recordarte que una dieta equilibrada y ejercicio son claves para la salud. Por ello, te recomendamos que una vez que hayas finalizado el Camino, introduzcas estas pautas en tu rutina diaria.
Dicho esto, lo primero que tienes que hacer es realizar ejercicios de movilidad para las articulaciones. Es importante que no se fuercen porque te impedirán seguir con tus planes.
Tras esto, acostúmbrate a caminar cada día unos 30 minutos. Elige una ruta sobre terreno llano, para empezar a habituar al cuerpo al movimiento. Tras varios días siguiendo esta rutina, empieza a incluir subidas y bajadas para conseguir mejorar la capacidad pulmonar. Además, en las semanas más próximas a tu aventura, trata de alargar la ruta cada día.
¿Y si ya entreno habitualmente?
A no ser que tus entrenamientos ya estén enfocados a prepararte para caminar/correr, te recomiendo que sigas las mismas pautas que hemos indicado para las personas que no habitúan a hacer deporte.
¿Por qué si yo ya estoy en forma? porque probablemente tus articulaciones no estén acostumbradas al movimiento continuo, quizás tengas mucha fuerza pero poca capacidad pulmonar o también es posible que los músculos que se ejercitan al caminar no sean los que más trabajas en tus entrenamientos diarios.
En cualquier caso, no todo es caminar. Tus músculos tienen que estar fuertes y ágiles para poder aguantar las exigencias, por eso es importante que le dediques al menos un par de horas semanales a fortalecerlos realizando ejercicios anaeróbicos. Por ejemplo sentadillas, zancadas, planchas…
En cuanto a la mochila, si has decidido llevarla contigo durante el Camino, empieza también a llevarla en los entrenamientos, pues tu cuerpo tiene que realizar más esfuerzo y debe estar preparado para ello.
Por último pero no menos importante, no dejes a un lado el estiramiento. Tanto durante los entrenamientos como en el Camino, estira al final de la jornada. Tus músculos lo agradecerán y evitarás lesiones.
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